El exfuncionario de EPM y UNE, Francisco Valderrama, da una mirada al panorama que le espera a nuestras empresas después de observar lo que han dicho frente a ellas los candidatos a la Alcaldía de Medellín.
Por: Francisco L. Valderrama Aguilar
A nivel de discurso parecen coincidir los candidatos a la alcaldía de Medellín en aspectos fundamentales respecto a EPM: defensa de su integridad como empresa pública, respeto por su autonomía y reconocimiento de la comunidad como verdadera dueña de la entidad. Pero palabras y actos de gobierno suelen decir lo que los hechos niegan y contradecir sin vergüenza los compromisos electorales. Recordemos la amarga experiencia de la privatización de UNE, empresa eficiente y necesaria para la proyección y competitividad de la región, feriada a dedo a Millicom a contrapelo de promesa en contrario signada por un exalcalde poco confiable y de ingrata recordación.
La fusión UNE-Millicom fue el moño que coronó la cadena de desaciertos cometidos por sucesivas administraciones con el negocio de telecomunicaciones de EPM.
Algunos planteamientos electorales evidencian la incoherencia entre lo que afirman los candidatos y lo que se esconde o mimetiza en sus respectivos programas de gobierno.
Apoyado en la experiencia de EPM, un candidato propone involucrar la empresa en el negocio de construcción de vías, asunto extraño a su objeto social. Basta imaginar qué futuro le espera a la entidad si a cada alcalde se le ocurriera al menos una idea similar: casas sin cuota inicial, proyectos inmobiliarios o ensamble de vehículos eléctricos. Cualquier cosa cabría por semejante boquete.
“Algunos planteamientos electorales evidencian la incoherencia entre lo que afirman los candidatos y lo que se esconde o mimetiza en sus respectivos programas de gobierno”
Así nació “EPM sin fronteras” y hoy se hace necesario deshacer los disparates cometidos. La excusa es Hidroituango, pero aún sin esa contingencia tarde o temprano habríamos llegado al mismo llanito: desandar lo andado. EPM no existe para hacer negocios de esa índole. No es para eso que la comunidad la ha decidido entidad pública.
Otro candidato reduce su visión sobre EPM a dar continuidad a la política de un alcalde en cuyas narices se desmanteló y destruyó UNE.
Una idea interesante como la de retribuir dividendos a los accionistas vía tarifas sin atropellar la regulación ni caer en populismos dañinos, termina deslegitimada por el oportunismo de un candidato desmemoriado que deambula por el espectro político destruyendo con su lenguaje carroñero el trabajo colectivo de tanta gente en Hidroituango.
No se respeta la autonomía de EPM cuando se estruja su objeto social con responsabilidades que no le corresponden. De buenas intenciones está empedrado el infierno. Es asunto de supervivencia institucional cumplir el rol que señalan sus estatutos.
El respeto por su autonomía exige reconocer que la continuidad empresarial depende de la planeación de largo plazo y no de la administración de turno, porque el hilo conductor lo provee su recurso humano. La empresa ha sido capaz de salir adelante, aún con gerentes o gobernantes pésimos, que los ha habido. No obstante, respetar a EPM pasa por sustraerla de la repartija burocrática de turno. La entidad existe para el largo plazo y para ser útil a los dueños que son los ciudadanos, no para maquillar con sus utilidades la imagen de funcionarios ocasionales ni para promocionar sus ambiciones políticas.
“El respeto por su autonomía exige reconocer que la continuidad empresarial depende de la planeación de largo plazo y no de la administración de turno, porque el hilo conductor lo provee su recurso humano”
Dos amenazas serias de naturaleza externa penden sobre EPM. De un lado, la pretensión de volverla ejecutora de programas de gobierno y del otro, la cooptación por grupos empresariales interesados en sus negocios. Convertir las tarifas en instrumento político al servicio del alcalde o asignar a la entidad objetivos extra empresariales son planteamientos corrosivos que lesionan y comprometen su futuro.
Existen retos internos inmediatos: Salvar Hidroituango a despecho de un gobernador resentido e irresponsable, socio del proyecto. Recuperar la confianza ciudadana y visibilizar lo que allí haya ocurrido, con TODAS sus consecuencias. Retomar para la comunidad a UNE, hoy en las manos incompetentes de Millicom, mediante una relación societaria que es una bofetada para el patrimonio público y para la ciudad.
Recuperar la visión social, en mala hora extraviada por privilegiar el enfoque utilitarista. Se trata de permanecer y crecer y para ello hay que generar utilidades, pero la manera de lograrlas, aplicarlas y medirlas demanda un perfil gerencial diferente. La rentabilidad de EPM se tiene que entender en otros terrenos, además del financiero. No es lo mismo gestionar una entidad pública que una privada cuyo ánimo es el lucro. Algún día, aun el sector privado tendrá que reconocer que las utilidades son una consecuencia y no un objetivo.
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