Ecoansiedad y el futuro de Medellín: un llamado a la acción climática

Escrito por EditorSINPRO
Categoría: Noticias
Creado: Martes, 18, Marzo 2025 21:12
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Daniel Duque2

Un reciente estudio sobre ecoansiedad en el Valle de Aburrá, realizado por Low Carbon City y la Universidad EAFIT, ha puesto de manifiesto un fenómeno que trasciende el ámbito emocional para convertirse en un diagnóstico sobre la crisis climática y nuestras respuestas a ella. La mayoría de los jóvenes encuestados afirma sentir una profunda preocupación por la crisis ambiental, desconfiando de las instituciones encargadas de liderar soluciones. Esta desconfianza no es infundada, sino una reacción legítima ante una realidad que enfrentamos a diario.

Medellín ha presumido de ser innovadora, pero ¿qué tanto de esa innovación se traduce en resultados concretos frente a la emergencia climática? Los jóvenes tienen razón al señalar la inacción gubernamental. El Plan de Acción Climática no ha pasado de ser un documento en el papel, su ejecución ha sido bastante pobre. Mientras tanto, cada aguacero en la ciudad se convierte en una tragedia: inundaciones, colapsos viales, desplazamientos y pérdidas materiales que evidencian nuestra falta de preparación para enfrentar una crisis que no espera.

Nuestro sistema de transporte público, que alguna vez fue modelo para el país, hoy está colapsado y ha dejado de ser una opción atractiva para muchos -cada vez perdemos más usuarios en el metro y la moto cada vez gana más terreno-. En lugar de avanzar hacia un modelo de movilidad sostenible que sea parte de la solución climática, retrocedemos, perdiendo tiempo valioso en debates que no se traducen en políticas efectivas. Medellín necesita pasar de los discursos a la acción; necesita liderar con el ejemplo y demostrar que es posible construir una ciudad resiliente frente a los retos climáticos.

Pero no solo es responsabilidad del gobierno. También debemos cuestionar nuestra educación. ¿Qué tan conectados están nuestros estudiantes con su entorno inmediato? En nuestras aulas, el conocimiento de las quebradas que recorren nuestros barrios debería ser tan esencial como el aprendizaje sobre los ríos europeos. Necesitamos una educación que forme ciudadanos comprometidos con la sostenibilidad, que entiendan la riqueza de nuestra biodiversidad y se apropien de ella, y que aprendan hábitos de consumo responsables y coherentes con la crisis que vivimos.

La próxima Administración de Medellín tiene una oportunidad única para cambiar el rumbo. En sus manos estará la tarea de liderar la formulación de un nuevo Plan de Ordenamiento Territorial (POT), una herramienta clave para definir cómo enfrentaremos los retos climáticos en los próximos años. Este POT debe ir más allá del tecnicismo, debe ser una construcción colectiva, donde las voces de la ciudadanía sean escuchadas y valoradas. Las quebradas, las montañas y los espacios verdes de Medellín no son solo parte de nuestro paisaje; son elementos esenciales para garantizar nuestra resiliencia climática y nuestro bienestar como sociedad.

No obstante, el reto del POT no será solo técnico ni político; será profundamente social. Involucrar a los ciudadanos en la construcción de este plan no solo aumentará su legitimidad, sino que garantizará que sea verdaderamente transformador. Es imprescindible que entendamos que la crisis climática no se resolverá desde una oficina, sino con un esfuerzo colectivo que incluya a todos los sectores de la sociedad.

La ecoansiedad que sienten los jóvenes del Valle de Aburrá no debe ser vista como una debilidad, sino como un llamado urgente a transformar nuestro modelo de desarrollo. Estos sentimientos son el reflejo de una generación consciente de los problemas que enfrentamos y, sobre todo, de la inacción que los perpetúa. Transformar esa angustia en esperanza será nuestra tarea, y para lograrlo necesitamos compromisos reales.

El tiempo de actuar es ahora. Necesitamos líderes que entiendan la magnitud de la crisis, que asuman con seriedad su responsabilidad y que inspiren a la ciudadanía a unirse en un esfuerzo colectivo. Medellín tiene todo para ser un modelo de resiliencia climática: recursos, conocimiento y una ciudadanía que desea participar. Pero nada de esto se materializará sin liderazgo decidido.

La juventud nos está observando, y el juicio de las futuras generaciones será implacable si no respondemos a la altura de las circunstancias. Medellín puede liderar este cambio, pero debe empezar reconociendo sus errores, corrigiendo su rumbo y trabajando de la mano con quienes, a pesar de todo, todavía creen en un futuro mejor.

 

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