Abril de 2024.

Como advirtió SINPRO cuando EPM se hizo con Afinia para operar el servicio de energía en parte de la costa Atlántica, eso podría desangrar a EPM, ante la falta de cultura de pago en la región, las billonarias inversiones requeridas y el riesgo de politización de esa empresa, como pasó con Electricaribe. Lamentablemente no nos equivocamos.

Después de cuatro difíciles años para EPM ante las malas decisiones impulsadas desde la anterior alcaldía de Medellín y la pasada gerencia de la empresa, a la nueva administración le corresponde retomar su rumbo histórico, incluidas las filiales.

La nueva junta directiva de EPM puso su ojo avizor también en Afinia, filial que atiende a 1,62 millones de usuarios de energía eléctrica en Bolívar, Cesar, Córdoba, Sucre y algunos municipios del Magdalena, dado el incumplimiento de los indicadores técnicos y el saldo acumulado por opción tarifaria (medida que se tomó durante la pandemia), que asciende a $1,7 billones y que, en 70 meses se debe transferir a esos usuarios.

La historia nació en 2018 cuando el gobierno nacional decidió licitar los activos y operación de Electricaribe, para que en la costa Atlántica se tuviera un buen servicio. En 2019 los rigores técnico, jurídico y financiero de EPM se afilaron para analizar la propuesta y “la empresa comenzó a respirar Caribe”, rememoran algunos técnicos que participaron en los estudios.

En 2020 EPM incursionó en esa aventura, con la filial Afinia. En principio, con la gerencia de una profesional con el ADN de EPM, es decir, rigurosidad técnica, administrativa, jurídica, financiera y gran sensibilidad social, las cosas apuntaban al objetivo de mejorar la prestación del servicio y planificar las inversiones requeridas. Pero eso solo duró 10 meses.

Hay una serie de denuncias que indican que, por intereses políticos y económicos, el control de Afinia se entregó a terceros, pero aún no hay investigaciones oficiales de la justicia y los entes de control, empañando de esa forma la reputación y las finanzas de Afinia, convirtiendo a esa filial en una posible vena rota por la que podría darse un desangre de EPM.

Y a ello se suma la mínima prudencia de la pasada administración de Medellín, que con declaraciones y decisiones carentes de rigurosidad empeoraron el destino de Afinia. Se llegó incluso a decir que se devolvería los activos de Afinia al gobierno si eso representaba una solución para la empresa y los usuarios. Un anuncio imposible de cumplir y que además hubiese significado un gran detrimento patrimonial para EPM.

Lo que se debe hacer

EPM está en una situación sensible en relación con Afinia, pero su experiencia y rigurosidad son dos elementos claves para recomponer el camino.

Las primeras decisiones que se deben examinar son las referentes a la contratación, lo que implica verificar, por ejemplo, si los valores acordados corresponden con lo contratado, si el personal cumple el perfil requerido y si los contratos están en consonancia con la prioridad de inversión en el sistema. Lo anterior servirá, además, para desestimar (o corroborar) las denuncias sobre excesos en los montos de los contratos para cubrir el posible pago de comisiones.

Fomentar la fidelización de los usuarios representa un desafío considerable para Afinia. Sin embargo, mediante la experiencia de EPM, la empresa puede gradualmente cultivar este sentido de lealtad, con el fin de mejorar el recaudo, otro aspecto crítico para la compañía. Aunque siempre se ha sido consciente de este desafío, hay un verdadero compromiso para trabajar en colaboración con los usuarios para transmitirles la idea de que la calidad del servicio merece ser valorada y remunerada adecuadamente.

Afinia representa un desafío considerable para EPM; sin embargo, su madurez organizacional y su experiencia previa en la superación de diversos retos proporcionarán una base sólida para impulsar el éxito de su filial costeña.

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