Quienes vivieron en Medellín en las décadas de los años setenta u ochenta, seguramente recordarán las largas filas de personas con baldes en mano, esperando turno para que el carrotanque los llenara de agua. Una escena cotidiana en una ciudad que aún estaba lejos de contar con el sólido sistema de acueducto que hoy se tiene. En ese entonces, las interrupciones eran frecuentes, largas y en ocasiones inesperadas, un contraste con la planificación actual que realiza EPM con el fin de garantizar la continuidad y calidad del servicio.
Determinar la edad exacta del sistema de acueducto y alcantarillado de Medellín es un desafío, ya que este evoluciona al compás del crecimiento de la ciudad y los municipios del área metropolitana del Valle de Aburrá, incorporando cada año a unos 30.000 nuevos suscriptores, entre hogares y empresas. Sus componentes son un mosaico de épocas: mientras la planta de tratamiento de barrio Villa Hermosa lleva más de 70 años en operación, incluso antes del nacimiento de EPM; la de Manantiales apenas cumplió 33 años. A esto se suma la constante renovación, modernización y ampliación de las tuberías, que garantizan la calidad y eficiencia de un sistema en permanente transformación.
Desde la Vicepresidencia de Agua y Saneamiento de EPM, nos explicaron que la renovación constante de la infraestructura es esenciaxl para mantener la continuidad del servicio, ofrecer agua de excelente calidad, apta para ser consumida desde la llave, y asegurar una presión óptima en el suministro. En el caso del sistema de alcantarillado, el enfoque está en garantizar la capacidad y eficiencia necesarias para evacuar las aguas residuales de manera oportuna y segura. Todo eso contribuye, además, a la salud de los ciudadanos.
Palabra clave: mantenimiento
De acuerdo con EPM, el mantenimiento del sistema de acueducto y alcantarillado abarca distintos niveles, desde el cuidado de equipos electromecánicos, como estaciones de bombeo, plantas de potabilización y tratamiento de aguas residuales, hasta labores predictivas, preventivas y, en ocasiones, correctivas. En la mayoría de los casos, estas actividades no generan interrupciones en el servicio. Sin embargo, hay intervenciones más complejas, como el reemplazo hace unos meses de las compuertas de captación de la torre del embalse de La Fe en el oriente antioqueño, que surte gran parte del servicio de agua en el suroccidente de Medellín. Este trabajo, que requirió equipos especializados y buzos, implicó tres suspensiones programadas de ocho horas cada una, reflejando la importancia de garantizar un sistema robusto y confiable.
Estas y otras actividades, como el lavado permanente de los tanques -algunos de ellos son parte de las llamadas UVAS- para cumplir con la normatividad, suelen implicar suspensiones programadas del servicio. En estos casos, EPM notifica con anticipación a través de diferentes medios y organiza soluciones, como el suministro de agua en los barrios de la ciudad mediante carrotanques, para minimizar el impacto en los usuarios.
Sin embargo, también ocurren imprevistos, como rupturas de tuberías provocadas por terceros, que generan interrupciones no planificadas. Estas situaciones, aunque molestas para los usuarios, son atendidas con celeridad para restablecer el servicio lo antes posible, manifiesta EPM. Aunque a veces es incómodo “que se vaya el agua”, como se dice coloquialmente, es necesario realizar el mantenimiento habitual al sistema para tener un servicio con todas las garantías que brinda la empresa.
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